Georges Brassens - Mourir pour des idées
Iba tocando ya Brassens, no digan que no se lo imaginaban. Hoy traigo una un poco más seria, "Mourir pour des idées". En 1964 Brassens compuso "Les deux oncles", "Los dos tíos", en la que se dirigía a dos supuestos tíos suyos ya muertos, uno colaboracionista y partidario de Vichy y el otro combatiente antinazi ("uno amigo de los Teutones, otro amigo de los Tommis") y les hacía notar cómo, veinte años después de la guerra, todo el mundo pasaba ("tout le monde s'en fiche à l'unanimité") de las ideas que ambos habían defendido hasta la muerte, y pensaba, más o menos, que ni uno ni otro tenían razón, ni mucho menos razones para montar la que habían montado. "No hay idea en el mundo que merezca una muerte, dejemos ese papel para los que no tienen ninguna" (idea).
El bueno de Georges, con sus canciones llenas de palabrotas ("Je suis le pornographe du fonographe") en las que se burlaba de todo lo respetable, cantaba el amor de las putas y hacía que los gorilas sodomizasen a los jueces, solía despertar las iras de los burgueses bienpensantes, pero esta vez se las arregló para tocarle también las narices a la izquierda más ortodoxa, que habitualmente le defendía. Poner en duda la maldad absoluta del colaboracionismo y equipararlo con la heroica Resistencia en una común estupidez inútil era prácticamente una blasfemia, y no precisamente de las que hacen rabiar a los curas, pero reir al resto. De modo que las reacciones airadas le llovieron de todos los lados a la vez. Posiblemente no sin motivo, porque realmente la de que que a fin de cuentas lo mismo da colaborar con el nazi invasor que combatirlo no es una afirmación muy defendible, y en la Francia de posguerra menos aún. Pero Brassens era así, se le tomaba o se le dejaba pero no era fácil de manipular. (Cosa que no deberían haber olvidado algunos de sus traductores españoles, que trataron de convertirlo poco menos que en una bandera antifranquista y fueron en cambio incapaces de traducir su inimitable poesía, su ternura y su humor. Paco Ibáñez me perdone.)
Su respuesta al clamor general fué esta canción, en la que confiesa haberse rendido a la opinión de la "multitude accablante" que se le echó encima "aullándole a la muerte", con solo una pequeña reserva: "Muramos porlas ideas, de acuerdo, pero de muerte lenta."
La letra en francés no tiene desperdicio. Mi humilde traducción ha intentado conservar alguno de los mejores giros, o de sustituirlos por lo más equivalente de que he sido capaz, pero sin mucho éxito. No obstante lo cual me lo paso tan bien montando trabajosamente estas importaciones del magnífico francés de G.B. que luego no puedo resistir la tentación de colgarlas aquí, como los niños cuando acaban el dibujo y se lo van enseñando a todo el mundo.
El bueno de Georges, con sus canciones llenas de palabrotas ("Je suis le pornographe du fonographe") en las que se burlaba de todo lo respetable, cantaba el amor de las putas y hacía que los gorilas sodomizasen a los jueces, solía despertar las iras de los burgueses bienpensantes, pero esta vez se las arregló para tocarle también las narices a la izquierda más ortodoxa, que habitualmente le defendía. Poner en duda la maldad absoluta del colaboracionismo y equipararlo con la heroica Resistencia en una común estupidez inútil era prácticamente una blasfemia, y no precisamente de las que hacen rabiar a los curas, pero reir al resto. De modo que las reacciones airadas le llovieron de todos los lados a la vez. Posiblemente no sin motivo, porque realmente la de que que a fin de cuentas lo mismo da colaborar con el nazi invasor que combatirlo no es una afirmación muy defendible, y en la Francia de posguerra menos aún. Pero Brassens era así, se le tomaba o se le dejaba pero no era fácil de manipular. (Cosa que no deberían haber olvidado algunos de sus traductores españoles, que trataron de convertirlo poco menos que en una bandera antifranquista y fueron en cambio incapaces de traducir su inimitable poesía, su ternura y su humor. Paco Ibáñez me perdone.)
Su respuesta al clamor general fué esta canción, en la que confiesa haberse rendido a la opinión de la "multitude accablante" que se le echó encima "aullándole a la muerte", con solo una pequeña reserva: "Muramos por
La letra en francés no tiene desperdicio. Mi humilde traducción ha intentado conservar alguno de los mejores giros, o de sustituirlos por lo más equivalente de que he sido capaz, pero sin mucho éxito. No obstante lo cual me lo paso tan bien montando trabajosamente estas importaciones del magnífico francés de G.B. que luego no puedo resistir la tentación de colgarlas aquí, como los niños cuando acaban el dibujo y se lo van enseñando a todo el mundo.
MORIR POR UNA IDEA
¡Morir por una idea! La idea es excelente.
Yo, por no profesarla, casi me morí,
pues toda la ralea de sus fieles creyentes
proclamando su fe se arrojó sobre mí.
No pude mantener mi actitud insumisa:
abjuré de mi error, agaché la cerviz
y acaté su opinión, pero con un matiz:
Morir por una idea, bien, pero sin prisa,
muy bien, pero sin prisa.
Pienso yo que no hay que morirse enseguida,
sino pensarlo bien, con calma, sin estrés.
Porque si no, ¡caray!, igual damos la vida
por una idea que no dura ni un mal mes.
Y es muy desagradable, no es asunto de risa
rendir el alma a Dios y, entonces, comprobar
que la idea elegida no era de fiar.
Morir por una idea, bien, pero sin prisa,
muy bien, pero sin prisa.
Los que con más pasión llaman al sacrificio
a la hora de cumplir se suelen demorar.
La muerte es su pregón, reclamarla es su oficio,
si ellos murieran ¿quién nos la iba a predicar?.
Así que, con frecuencia, esta gente le pisa
al buen Matusalén el récord de la edad.
Probablemente opinan, en la intimidad:
Morir por una idea, bien, pero sin prisa,
muy bien, pero sin prisa.
Habiendo tanta idea que reclama su cuota
y exigiendo el martirio todas por igual,
muy pronto se plantea la cuestión para nota:
Morir por una idea, bien, pero ¿por cuál?
Y como, más o menos, son todas de igual guisa,
el sabio, al contemplar su feroz multitud,
concluye, mientras guarda de nuevo el ataúd:
Morir por una idea, bien, pero sin prisa,
muy bien, pero sin prisa.
Y aún si bastara con unas pocas matanzas
para dejar, por fin, todas las cosas bien...
Si como colofón de la macabra danza,
viniera de una vez por todas el Edén...
Pero la Edad de Oro está en llegar remisa,
el cupo no se llega nunca a completar
y la Muerte es el cuento de nunca acabar.
Morir por una idea, bien, pero sin prisa,
muy bien, pero sin prisa.
Tú, el apóstol que vas de novio de la muerte:
tu ejemplo nos dará el sermón más eficaz.
Si tan seguro estás, muérete, y ¡buena suerte!;
pero deja vivir a los demás en paz.
Por desgracia, la Parca es sabia, y no precisa
de colaboración en su triste labor.
Se arregla muy bien sola, así que, por favor:
Morir por una idea, bien, pero sin prisa,
muy bien, pero sin prisa.
¡Morir por una idea! La idea es excelente.
Yo, por no profesarla, casi me morí,
pues toda la ralea de sus fieles creyentes
proclamando su fe se arrojó sobre mí.
No pude mantener mi actitud insumisa:
abjuré de mi error, agaché la cerviz
y acaté su opinión, pero con un matiz:
Morir por una idea, bien, pero sin prisa,
muy bien, pero sin prisa.
Pienso yo que no hay que morirse enseguida,
sino pensarlo bien, con calma, sin estrés.
Porque si no, ¡caray!, igual damos la vida
por una idea que no dura ni un mal mes.
Y es muy desagradable, no es asunto de risa
rendir el alma a Dios y, entonces, comprobar
que la idea elegida no era de fiar.
Morir por una idea, bien, pero sin prisa,
muy bien, pero sin prisa.
Los que con más pasión llaman al sacrificio
a la hora de cumplir se suelen demorar.
La muerte es su pregón, reclamarla es su oficio,
si ellos murieran ¿quién nos la iba a predicar?.
Así que, con frecuencia, esta gente le pisa
al buen Matusalén el récord de la edad.
Probablemente opinan, en la intimidad:
Morir por una idea, bien, pero sin prisa,
muy bien, pero sin prisa.
Habiendo tanta idea que reclama su cuota
y exigiendo el martirio todas por igual,
muy pronto se plantea la cuestión para nota:
Morir por una idea, bien, pero ¿por cuál?
Y como, más o menos, son todas de igual guisa,
el sabio, al contemplar su feroz multitud,
concluye, mientras guarda de nuevo el ataúd:
Morir por una idea, bien, pero sin prisa,
muy bien, pero sin prisa.
Y aún si bastara con unas pocas matanzas
para dejar, por fin, todas las cosas bien...
Si como colofón de la macabra danza,
viniera de una vez por todas el Edén...
Pero la Edad de Oro está en llegar remisa,
el cupo no se llega nunca a completar
y la Muerte es el cuento de nunca acabar.
Morir por una idea, bien, pero sin prisa,
muy bien, pero sin prisa.
Tú, el apóstol que vas de novio de la muerte:
tu ejemplo nos dará el sermón más eficaz.
Si tan seguro estás, muérete, y ¡buena suerte!;
pero deja vivir a los demás en paz.
Por desgracia, la Parca es sabia, y no precisa
de colaboración en su triste labor.
Se arregla muy bien sola, así que, por favor:
Morir por una idea, bien, pero sin prisa,
muy bien, pero sin prisa.
MOURIR POUR DES IDÉES
Mourir pour des idées, l'idée est excellente
Moi j'ai failli mourir de ne l'avoir pas eu
Car tous ceux qui l'avaient, multitude accablante
En hurlant à la mort me sont tombés dessus
Ils ont su me convaincre et ma muse insolente
Abjurant ses erreurs, se rallie à leur foi
Avec un soupçon de réserve toutefois
Mourrons pour des idées, d'accord, mais de mort lente,
D'accord, mais de mort lente
Jugeant qu'il n'y a pas péril en la demeure
Allons vers l'autre monde en flânant en chemin
Car, à forcer l'allure, il arrive qu'on meure
Pour des idées n'ayant plus cours le lendemain
Or, s'il est une chose amère, désolante
En rendant l'âme à Dieu c'est bien de constater
Qu'on a fait fausse route, qu'on s'est trompé d'idée
Mourrons pour des idées, d'accord, mais de mort lente
D'accord, mais de mort lente
Les saint jean bouche d'or qui prêchent le martyre
Le plus souvent, d'ailleurs, s'attardent ici-bas
Mourir pour des idées, c'est le cas de le dire
C'est leur raison de vivre, ils ne s'en privent pas
Dans presque tous les camps on en voit qui supplantent
Bientôt Mathusalem dans la longévité
J'en conclus qu'ils doivent se dire, en aparté
Mourrons pour des idées, d'accord, mais de mort lente
D'accord, mais de mort lente"
Des idées réclamant le fameux sacrifice
Les sectes de tout poil en offrent des séquelles
Et la question se pose aux victimes novices
Mourir pour des idées, c'est bien beau, mais lesquelles ?
Et comme toutes sont entre elles ressemblantes
Quand il les voit venir, avec leur gros drapeau
Le sage, en hésitant, tourne autour du tombeau
Mourrons pour des idées, d'accord, mais de mort lente
D'accord, mais de mort lente
Encor s'il suffisait de quelques hécatombes
Pour qu'enfin tout changeât, qu'enfin tout s'arrangeât
Depuis tant de "grands soirs" que tant de têtes tombent
Au paradis sur terre on y serait déjà
Mais l'âge d'or sans cesse est remis aux calendes
Les dieux ont toujours soif, n'en ont jamais assez
Et c'est la mort, la mort toujours recommencée
Mourrons pour des idées, d'accord, mais de mort lente
D'accord, mais de mort lente
O vous, les boutefeux, ô vous les bons apôtres
Mourez donc les premiers, nous vous cédons le pas
Mais de grâce, morbleu! laissez vivre les autres!
La vie est à peu près leur seul luxe ici bas
Car, enfin, la Camarde est assez vigilante
Elle n'a pas besoin qu'on lui tienne la faux
Plus de danse macabre autour des échafauds!
Mourrons pour des idées, d'accord, mais de mort lente
D'accord, mais de mort lente
Mourir pour des idées, l'idée est excellente
Moi j'ai failli mourir de ne l'avoir pas eu
Car tous ceux qui l'avaient, multitude accablante
En hurlant à la mort me sont tombés dessus
Ils ont su me convaincre et ma muse insolente
Abjurant ses erreurs, se rallie à leur foi
Avec un soupçon de réserve toutefois
Mourrons pour des idées, d'accord, mais de mort lente,
D'accord, mais de mort lente
Jugeant qu'il n'y a pas péril en la demeure
Allons vers l'autre monde en flânant en chemin
Car, à forcer l'allure, il arrive qu'on meure
Pour des idées n'ayant plus cours le lendemain
Or, s'il est une chose amère, désolante
En rendant l'âme à Dieu c'est bien de constater
Qu'on a fait fausse route, qu'on s'est trompé d'idée
Mourrons pour des idées, d'accord, mais de mort lente
D'accord, mais de mort lente
Les saint jean bouche d'or qui prêchent le martyre
Le plus souvent, d'ailleurs, s'attardent ici-bas
Mourir pour des idées, c'est le cas de le dire
C'est leur raison de vivre, ils ne s'en privent pas
Dans presque tous les camps on en voit qui supplantent
Bientôt Mathusalem dans la longévité
J'en conclus qu'ils doivent se dire, en aparté
Mourrons pour des idées, d'accord, mais de mort lente
D'accord, mais de mort lente"
Des idées réclamant le fameux sacrifice
Les sectes de tout poil en offrent des séquelles
Et la question se pose aux victimes novices
Mourir pour des idées, c'est bien beau, mais lesquelles ?
Et comme toutes sont entre elles ressemblantes
Quand il les voit venir, avec leur gros drapeau
Le sage, en hésitant, tourne autour du tombeau
Mourrons pour des idées, d'accord, mais de mort lente
D'accord, mais de mort lente
Encor s'il suffisait de quelques hécatombes
Pour qu'enfin tout changeât, qu'enfin tout s'arrangeât
Depuis tant de "grands soirs" que tant de têtes tombent
Au paradis sur terre on y serait déjà
Mais l'âge d'or sans cesse est remis aux calendes
Les dieux ont toujours soif, n'en ont jamais assez
Et c'est la mort, la mort toujours recommencée
Mourrons pour des idées, d'accord, mais de mort lente
D'accord, mais de mort lente
O vous, les boutefeux, ô vous les bons apôtres
Mourez donc les premiers, nous vous cédons le pas
Mais de grâce, morbleu! laissez vivre les autres!
La vie est à peu près leur seul luxe ici bas
Car, enfin, la Camarde est assez vigilante
Elle n'a pas besoin qu'on lui tienne la faux
Plus de danse macabre autour des échafauds!
Mourrons pour des idées, d'accord, mais de mort lente
D'accord, mais de mort lente