sábado, 6 de diciembre de 2014

Un diagnóstico lúcido, para empezar

 
Violeta Parra - El Santo Padre

La humanidad vive en este momento un giro histórico, que podemos ver en los adelantos que se producen en diversos campos. Son de alabar los avances que contribuyen al bienestar de la gente, como, por ejemplo, en el ámbito de la salud, de la educación y de la comunicación. Sin embargo, no podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento. El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad. Este cambio de época se ha generado por los enormes saltos cualitativos, cuantitativos, acelerados y acumulativos que se dan en el desarrollo científico, en las innovaciones tecnológicas y en sus veloces aplicaciones en distintos campos de la naturaleza y de la vida. Estamos en la era del conocimiento y la información, fuente de nuevas formas de un poder muchas veces anónimo.
Hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes». 
Algunos todavía defienden las teorías del «derrame», que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera.
Una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: la negación de la primacía del ser humano. Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. La crisis mundial que afecta a las finanzas y a la economía pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo. 
Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce límites. En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta. 
La ética suele ser mirada con cierto desprecio burlón. Se considera contraproducente, demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder. Se la siente como una amenaza, pues condena la manipulación y la degradación de la persona. La ética –una ética no ideologizada– permite crear un equilibrio y un orden social más humano. Una reforma financiera que no ignore la ética requeriría un cambio de actitud enérgico por parte de los dirigentes políticos. ¡El dinero debe servir y no gobernar! 
Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión. Cuando la sociedad –local, nacional o mundial– abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz. Así como el bien tiende a comunicarse, el mal consentido, que es la injusticia, tiende a expandir su potencia dañina y a socavar silenciosamente las bases de cualquier sistema político y social por más sólido que parezca. Si cada acción tiene consecuencias, un mal enquistado en las estructuras de una sociedad tiene siempre un potencial de disolución y de muerte. Es el mal cristalizado en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede esperarse un futuro mejor. Estamos lejos del llamado «fin de la historia», ya que las condiciones de un desarrollo sostenible y en paz todavía no están adecuadamente planteadas y realizadas. 
Los mecanismos de la economía actual promueven una exacerbación del consumo, pero resulta que el consumismo desenfrenado unido a la inequidad es doblemente dañino del tejido social. Así la inequidad genera tarde o temprano una violencia que las carreras armamentistas no resuelven ni resolverán jamás. Sólo sirven para pretender engañar a los que reclaman mayor seguridad, como si hoy no supiéramos que las armas y la represión violenta, más que aportar soluciones, crean nuevos y peores conflictos. Algunos simplemente se regodean culpando a los pobres y a los países pobres de sus propios males, con indebidas generalizaciones, y pretenden encontrar la solución en una «educación» que los tranquilice y los convierta en seres domesticados e inofensivos. Esto se vuelve todavía más irritante si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción profundamente arraigada en muchos países –en sus gobiernos, empresarios e instituciones– cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes. 

El anterior texto, ya lo habrán adivinado, no es mío. Pertenece al comienzo del segundo capítulo de la exhortación apostólica Evangelii gaudium (La alegría del Evangelio) que el nuevo Papa publicó hace un año, en noviembre de 2013. Aunque he omitido unas pocas frases, apenas cuatro líneas en total, que hacían referencia explícita a la fe cristiana o a la Iglesia Católica, queda en el texto un inconfundible tono clerical, pontificio incluso, que no les habrá engañado. No obstante el cual, pienso que su contenido es fácilmente asumible por cualquier ciudadano lúcido, y constituye un buen punto de partida para que quien esté de acuerdo, creyente o no, con el diagnóstico que en él se hace sobre el actual estado de cosas, localice las causas del mal, que es el primer paso para que cada uno pueda combatirlo a su manera.
Naturalmente, nada de lo que en él se dice es nuevo. Sí lo es para mí que sea el Papa quien lo dice, y que lo haga con una sorprendente, para un Papa, falta de ambages, de suavizaciones y de ambigüedad. El lenguaje es enormemente más claro que el de sus antecesores, y las paletadas son prácticamente todas de cal, sin apenas arena.
Personalmente creo que es la primera vez en toda mi vida que me siento plenamente identificado con un texto de un Papa. (Habrá sin duda quien piense que esto no se debe  tanto a la buena calidad que como Papa tiene Bergoglio como a la mala calidad que como cristiano tengo yo). Y francamente esperanzado, también por primera vez, por lo que un texto así permite augurar de su pontificado, no solo respecto a lo que pueda y quiera hacer él sino, sobre todo, respecto a lo que pueda cambiar en las actitudes y prácticas de la Iglesia y de los católicos.

34 comentarios:

  1. Vas a tener que pagar royalties. Así cualquiera llena un blog.

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  2. Hace poco, Merkel ha reconocido que Europa no es un lugar de futuro para los jóvenes. Que haya dicho eso e inmediatamente no haya dimitido es una vergüenza. Que tampoco hayan dimitido aquellos que, borreguiles, seguían sin chistar sus políticas es otra vergüenza.

    http://economia.elpais.com/economia/2014/12/04/actualidad/1417694163_503863.html

    Y me da que vamos a peor, porque a nuestros dirigentes les falta la humildad para admitir sus errores.

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  3. Voy a tener que pedir que me bauticen otra vez (la primera no contaron conmigo)

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  4. Dar difusión a las palabras del Papa es tarea meritoria, Anónimo, propia de buenos cristianos. Porque lo soy presto para ello mi blog gustosa y gratuitamente. Ya ves tú.

    No creen tener la culpa de nada, Ozanu. Consideran la crisis como un fenómeno tan inevitable como los meteorológicos, producido como ellos por leyes inexorables contra las que ni se plantean actuar. Y no creen haber cometido errores, solo han hecho lo único posible, sirviendo, como creen que es su tarea, lo lo que bien describe Bergoglio como "los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta".

    Lansky, en tu próximo bautismo me pido oficiar yo. ¿Puede ser por inmersión, anda, sí?

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  5. Me empiezo a convencer de que este papa, sin numeración, no es sólo un montón de gestos cara a la galería, amplia galería humana que le contempla, lo que según el tópico sería muy "argentino". Confío en que tenga un catador de las tisanas que le pasen por las noches...porque está tocando la contabilidad vaticana y eso es muy peligroso para la salud.

    Olvídalo, ya no tengo traje de neopreno y solo buceo en verano

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  6. Sí, yo también me lo voy creyendo poco a poco, no tanto por falta de confianza en él, que me parece lúcido, sincero y bien intencionado, como por absoluta y fundada desconfianza en lo que le vayan a dejar hacer. De momento el jicarazo de urgencia, modelo Luciani, parece que ha logrado evitarlo, pero el Vaticano tiene muchos caminos, casi todos malos. Ya iremos viendo.

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  7. En su primera visita a Turquía como pontífice, Francisco afirmó que la fuerza militar estaba justificada para detener el Estado Islámico de Irak y Siria e instó a los líderes musulmanes para condenar al grupo de "la violencia bárbara".

    "Como tal, cualquier violencia que busca justificación religiosa merece la más enérgica condena porque el omnipotente es el Dios de la vida y la paz."

    http://english.alarabiya.net/en/News/middle-east/2014/11/29/Pope-Military-force-against-ISIS-justified-.html

    Aplícate el cuento, Bergoglio.

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  8. No entiendo muy bien tu comentario, Atman, ni acabo de coger qué cuento es el que Bergoglio se tiene que aplicar, según tú.

    Lo que dice su frase que tú mismo citas es que lo que merece la más enérgica condena, a su juicio, no es cualquier violencia, sino cualquier violencia que pretenda tener justificación religiosa. La fuerza militar que de la que dice que es justificable para detener al ISIS no pretende en ningún momento tener una justificación religiosa, ni entra, por tanto, dentro de su condena. Es, a su juicio y al mío, mero ejercicio del derecho de legítima defensa contra una agresión injustificable, la del estado islámico de los cojones. Condenar esta legítima defensa equivaldría a autorizar la barbarie de ISIS y a desentenderse de las numerosas víctimas inocentes de esta barbarie que, ella sí, pretende encima ejercerse en nombre de un Dios misericordioso y compasivo.

    En definitiva, no veo ninguna incoherencia ni contradicción en las palabras de Bergoglio, como tu comentario da la impresión de denunciar en ellas.

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  9. Es tan obvia la contradicción en que incurre Francisco que es como si dijese que en la puta vida ha dicho una mala palabra, y que ni tú ni él seáis capaces de apercibirlo me hace pensar que es debido a la conocida capacidad cegadora que tiene la fe. Los europeos y ahora los estadounidenses, invasores despiadados, siempre han pensado que su causa cristiana era la justa. La épica conquista de América convertida en el mayor genocidio de la historia de la humanidad da testimonio de ello, y ahora les ha tocado el turno, en pleno siglo XXI, a los islámicos. No hemos cambiado nada, bueno sí, ahora tenemos mayor capacidad destructora que nunca. Lo que me demuestra el Papa francisco es que a pesar de sus nuevas vestimentas modernizadoras, es más de lo mismo. Por eso, todos los que esperamos un cambio radical en la forma de ser y pensar, para intentar superar una crisis de civilización que amenaza con destruir todo lo bello y posible que hay en el planeta (convertir esta vida y no la del más allá en un paraíso terrenal), deberemos seguir buscando, pero en otro sitio.

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  10. Atman, como ya he explicado no me parece que haya contradicción alguna -mucho menos, claro, que sea obvia- en las palabras del Papa. En ningún momento condena cualquier violencia -la Iglesia nunca lo ha hecho, siempre ha considerado legítimo defenderse-. Condena la violencia que se ejerce en nombre de Dios, cosa que no tiene nada que ver con las acciones contra ISIS que justifica. Nadie ha atacado a ISIS en nombre de Dios ni pretendiendo que con ello cumple su voluntad. A mi me parece que eres tú quien no eres capaz de percibirlo, debido a la conocida capacidad cegadora que tiene el deseo de mantener a toda costa el propio punto de vista, pero comprendo que esta no es más que una opinión simétrica de la tuya con respecto a mí, probablemente no más justificable que la tuya, pero desde luego tampoco menos.

    No deja de parecerme chocante que, teniendo de un lado un feroz grupo fundamentalista y terrorista que en nombre de Dios asesina, invade, tortura y esclaviza; y del otro a un señor que justifica las medidas de defensa contra ese grupo, tu condena se dirija claramente contra el segundo, aunque para ello tengas que remontarte a la conquista de América. Es evidente para cualquiera que si el mundo es finalmente destruido la culpa será sin duda del feroz Francisco, por pensar que su causa cristiana es la justa. Los muchachos dde ISIS que, en cambio, mantienen una actitud razonabilísima, tolerante y abierta, no son más que víctimas de esta barabarie cristiana que predica Bergoglio.

    Pero al parecer es la fe la que nos ciega y nos impide ver las cosas como son...

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  11. Plas, plas, plas (aplausos para el Sr Vanbrugh en esta su respuesta a tópicazos sin criterio y pseudoprogresistas)

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  12. Gracias por tus aplausos, Lansky, que aprecio doblemente por venir de quien vienen, quiero decir de alguien nada sospechoso de complacencias hacia el Papa, ni de querencias pro católicas ni pro occidentales. No debe de ser tan obvia la pretendida contradicción de Francisco, cuando tampoco tú la aprecias; o al menos nuestra común incapacidad para apreciarla no parece que pueda deberse a las virtudes cegadoras de una fe religiosa que tú no padeces.

    (Por cierto, me sorprende bastante que me achaque tal cosa un lector de este blog tan asiduo y antiguo como Atman, que tanto aquí como en mis comentarios en otros muchos blogs, incluido el suyo, ha tenido sobrada ocasión de comprobar cómo mis creencias religiosas no me han impedido nunca apreciar y comentar las muchas incoherencias que creo advertir en el comportamiento de la jerarquía católica, papas incluidos).

    Atman, lo siento. Sabes que te aprecio y que hasta en las frecuentísimas ocasiones en que estamos en total desacuerdo tus comentarios me suelen parecer lúcidos y esclarecedores. Si te voy a ser sincero, también en este caso me lo parecen: se ajustan con tanta exactitud al prototipo de actitud estúpidamente masoquista que buen número de occidentales "pseudoprogresistas"·(Lansky dixit) habéis adoptado frente al Islam que parecen casi una caricatura, un muñeco de paja buscado por mí para lucirme. ¿No lees las noticias diarias sobre lo que ISIS está haciendo en Oriente Medio? ¿Cómo es posible que alguien que habla, como tú lo haces, de "lo bello y posible que hay en el planeta" pueda defender a esta gente -probablemente uno de los enemigos más feroces e implacables que ahora mismo tienen tus bellos ideales pacifistas- y condene en cambio las actitudes sensatas de quienes se limitan a reconocer la necesidad evidente -obligación ineludible, a mi juicio- de combatirlos y de defenderse de su agresión?

    Haga lo que haga, parecéis haber decidido, Occidente es siempre malo y siempre culpable; y hagan lo que hagan sus enemigos, así sea masacrar musulmanes de facciones distintas a la suya, crucificar cristianos, imponer una bárbara ley teocrática que azota, mutila, lapida y ahorca, sojuzgar mujeres o arrasar culturas, están justificados y tienen razón. Sinceramente, me parece una actitud tan neciamente dañina que me resulta francamente complicado comentarla sin caer en la descalificación. Si a pesar de todo estimas que he caído en ella, mis disculpas. Pero es que no me dejas otro remedio.

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  13. No te preocupes, Vanbruhg. No pretendo que las personas opinen como yo, pero eso sí, busco las que son medianamente afines como para poder entablar una conversación que nos lleve a algún sitio. En este tema como en muchos otros, ponernos de acuerdo sobre de qué estamos hablando me exigiría demasiado esfuerzo y en este momento no estoy por la labor. Ante las críticas de topicazo, me parecen mucho más tópicas vuestras posturas, tan infantilmente sencillas, estableciendo de antemano quienes son los buenos y los malos. Para mí, desde luego, quien es capaz de simplificar y descalificar a los unos de terroristas y a los otros de bienhechores provenientes de las mejores familias de las democracias occidentales, me resulta de risa o para llorar.

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  14. "Estableciendo ¿de antemano? quiénes son ¿los buenos? y ¿los malos?...", "los unos de terroristas y a los otros de ¿bienhechores? provenientes de las ¿mejores familias? de las ¿democracias occidentales?.."

    !!!

    Que en el mismo párrafo en el que distorsionas, caricaturizas y falseas los argumentos contrarios de una forma tan burdamente descalificadora te atrevas a decir de ninguna otra postura que de la tuya propia que es tópica, infantilmente sencilla o simplificadora me ahorra casi cualquier otro comentario. Lo siento, pero das toda la impresión de haber decidido desacreditarte pública y definitivamente tú solito, sin necesidad de que nadie diga nada más.

    Para rematar, eludes elegantemente cualquier posible discusión con el convincente argumento de que te exigiría demasiado esfuerzo, y la cortés afirmación de que no estás por la labor...

    !!!!

    Pues nada, hombre, por mí ahórrate el esfuerzo y dedícate a otras labores que te exijan menos. Estás cumplido, descuida. Ahora, lo que no entiendo es por qué te has tomado la molestia de hacer el primer comentario. Para acabar así, más valía que hubieras empezado por ahí...

    Una curiosidad, cuando hablas de "una conversación que nos lleve a algún sitio" ¿a qué te refieres exactamente? Imagino, por tu lamentable reacción, que a una conversación en que se te dé de entrada la razón y en la que nadie oponga a tus sutilísimas, ponderadas y nada tópicas afirmaciones ningún argumento que te obligue al penoso esfuerzo de intentar rebatirlo como una persona racional, labor por la que, faltaría más, no estás.

    La verdad, nunca acaba uno de sorprenderse...

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  15. En este caso concreto yo no me sorprendo. Mi tolerancia a este sujeto, empezando por el nick adolescente que eligió y su mandala y siguiendo por su culturilla de descansillo de escalera, colección de cromos y solapa de libro sin terminar de leer. Siempre fue mucho menor que la tuya, Vanbrugh. Al final, al referirse a “esa discusión que nos lleve a alguna parte” (otro tópico en su caso) uno tiene que volver a la vieja reflexión de quién hace más daño si un tonto o un malvado, o se puede cambiar lo de tonto por ignorante o más bien necio, es decir, el que no sabe, peor cree que sabe; el que no sabe que no sabe. Y es consabido por mi parte, salvo que me pone de los nervios este individuo —y abundan los individuos como él en la Red, y no todos son críos— que no me refiero así a el por insultar: sí, se trata de descripciones abreviadas: necio= nes-cius (sin ciencia)

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  16. El tipo de ignorante al que me refiero lo ejemplifica bien un antiguo compañero cordobés de colegio al que no veía desde los 16 años y que me reconoció en la terraza de un bar de Granada hace unos pocos años en el que él era camarero. Tras ponernos al día sobre nuestras respetivas vidas (¿Seguiste estudiando? ¿Te casaste? ¿Tienes hijos…), me declaró ufano que se había convertido al Islam. Sin miramientos y sin réplicas le hice la peor pregunta: “¿por qué?”, “hombre, porque es nuestra tradición cultural como andaluces” Mi respuesta estuvo a huevo: “¿y por qué no elegiste Roma o los fenicios, que también son tradición de los andaluces, por qué dar el corte cronológico por esos siglos concretos y no otros?”. Su réplica, por llamarla algo fue típica, “hay que ver, sigues igual, etc.” Porque lo cierto es que lo más terrible del Islam en el fondo no son ya las barbaries que se cometen actualmente en su nombre, sino ese ‘actualmente’, ese anacronismo intrínseco, esa vuelta atrás en la Historia a la que pretenden arrastrar al mundo supuestamente en busca de pureza escarbando en la antihigiénica cochambre medieval. Ahora, que para anacronismo el papado, 2000 años y ahí siguen…(jejeje)

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  17. Hay que reconocer que este Papa se está ganando a muchos, incluso a muchos anticlericales (así me autocalifiqué en un post ya viejo). Como a ti y a Lansky, también, al ver "el andar de la perrita" (expresión canaria) me preocupó que acabara como el primer Juan Pablo, pero de momento parece que va sorteando eficazmente los peligros vaticanos o –ojalá– a lo mejor ahí dentro quedan menos tiburones o han perdido filo sus dentaduras. Desde luego, Francisco (yo creo que no se pone el palote detrás para no caer en pecado de soberbia) me cae simpático, en especial en sus gestos y en su estilo. De hecho, esta exhortación apostólica que semitranscribes es eso, un gesto. Y conste que con ello no quiero restarle ni un ápice de su relevancia, que como tú, considero singularmente alta. Que yo sepa es la primera vez que un Papa apunta directamente contra las bases del sistema capitalista y hacer radicar en él la principal causa de los males de la humanidad. Ahora bien, siendo importantísimo y muy digno de aplaudir, agradecería que la Iglesia fuera un poquito más allá, sacara las consecuencias lógicas de bastantes de las frases que ha escrito el Papa. Porque las condenas "en abstracto" suelen ser asumidas sin traducirse en efectos prácticos. Por ejemplo, estaría bien que se les dijera a los católicos que tener fondos de inversión es un pecado porque de esa manera se está contribuyendo a que mueran de hambre los negritos o que se condene las actividades de especulación financiera (estoy simplificando, ciertamente, pero no tanto). A lo mejor entonces crea un estado de conciencia entre la grey católica que contribuye a tambalear el sistema. Y, naturalmente, confío en que la radical reforma que dicen que está haciendo de la Banca Vaticana vaya en la línea de desvincularla de cualquier actividad especulativa-financiera; ya trataré de averiguar sobre eso algún día. En todo caso, bien por Francisco.

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  18. Efectivamente, Miroslav, las declaraciones de un Papa, por lúcidas y acertadas que sean, servirán de poco mientras no se traduzcan en medidas concretas y, más importante aún, mientras los creyentes nos limitemos a celebrarlas y ponderarlas como muestras de la bondad de Francisco, pero no las traslademos a nuestras propias actitudes y actividades. Respecto de lo primero, aunque la estructura eclesial tiende a la inamovibilidad y es altamente refractaria a los cambios -de modo pasivo, en general, pero también, sospecho, drásticamente activo cuando lo cree necesario, y de ahí mis temores- tengo esperanza en que algo pueda ir cambiando. Y respecto de lo segundo, pues un poco lo mismo, aunque la pasividad y la resistencia al cambio, en este caso, no sean las de las estructuras, sino las de las ideologías y, sobre todo, las formas de vida a las que nos aferramos por regla general los ciudadanos de a pie, creyentes y no creyentes. Me resulta bastante difícil imaginar que las masas de burgueses católicos biempensantes que ahora mismo se movilizan en contra de la despenalización del aborto vayan a hacer lo mismo algún día para denunciar, pongo por caso, la política del FMI, por mucho que de boquilla aplaudan las palabras del Papa -y muchos ya empiezan a recibirlas con un entusiasmo francamente descriptible-. Pero en fin, por algo la esperanza es una virtud tan importante como la fe. El Espíritu sopla donde quiere...

    El texto que he transcrito ocupa tres páginas del total de ciento cuarenta y cuatro que tiene la Exhortación. Forma parte de las consideraciones iniciales del documento, que luego se encamina por derroteros más específicamente cristianos, centrado en el modo en que Francisco estima que los cristianos deberíamos anunciar el Evangelio. Es decir, esta denuncia del capitalismo y de sus consecuencias no es en absoluto su meollo. Pero a mí me parece muy importante que el Papa crea, y diga, que no es posible anunciar ni vivir el Evangelio sin tenerla en cuenta.

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  19. "Me resulta bastante difícil imaginar que las masas de burgueses católicos biempensantes que ahora mismo se movilizan en contra de la despenalización del aborto vayan a hacer lo mismo algún día para denunciar, pongo por caso, la política del FMI", dice Vanbrugh en su último comentarios. A mí más que difícil me resulta imposible imaginar tal cosa, y es que creo que la gran masa de creyentes, sobre todo los practicantes ostentosos por así decir, son básicamente hipócritas, como lo es la mayoría de la jerarquía eclesiástica que acatan y les pastorea, pero a lo mejor estoy equivocado.

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  20. Recuerdo que siendo yo bastante pequeña, quizá tuviera 12 o 13 años, estando sentados a la mesa, no sé sobre qué versaría la conversación, pero mi padre afirmó: "El sistema político más cercano al Cristianismo es el Socialismo. El Capitalismo es absolutamente incompatible con el Cristianismo" En aquellos tiempos, en pleno franquismo, en que los socialistas eran los "malos" para mi mente infantil, aquello me impactó tanto como para recordarlo muchos años después. Y hay que tener en cuenta que aquel era un hogar cristiano en el que se iba a misa todos los domingos. Pero mi padre tenía las ideas bastante claras.

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  21. Lo de Atman es para hacérselo mirar

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  22. Los creyentes son bastante hipócritas, sí, Lansky. Personalmente creo que no más que los no creyentes, ni que los rubios, ni que los jugadores de polo ni que los coleccionistas de sellos, pero bastante hipócritas, en cualquier caso. Entre los seres humanos la hipocresía es bastante frecuente. Aunque yo creo que el problema de los católicos, al menos el de los católicos españoles, no es tanto la hipocresía como que en general pertenecemos a unas clases sociales que tienen un acomodo más o menos confortable con las cosas tal y como están, y no los/nos creo muy proclives a cambiarlas solo porque un papa argentino empiece a decirles/nos que su/nuestra forma de vivir no es muy conforme a lo que se supone que creen/mos. Más aún cuando llevan/mos siglos confortablemente arropados por un discurso oficial católico que decía todo lo contrario.

    Hola, Cigarra, qué bien verte por aquí. Tu padre, que era el mío, tenía ideas bastante claras, sí. No se prodigaba en proclamarlas, pero pensaba bastante bien. Yo recuerdo las discusiones de nuestra casa, sobre política y sobre todo lo humano y lo divino, como un espectáculo fascinante para mis ojos infantiles. Las seguía como un partido de tenis, apreciando los buenos golpes de cada bando y acumulando información, que en parte aún sigo procesando. Así hemos salido, peleones...

    Lo de Atman es una pena, sí. A mí en este caso me ha parecido un claro caso de sectarismo, del que no suele dar muestras, pero cada uno tiene sus puntos flacos. Siento que se haya ido enfadado, en cualquier caso. No me gusta que nadie se vaya así de mi blog.

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  23. Sí yya hay hipócritas que son entrenadores de fútbol y otros agentes de bolsa, pero no. No, no estoy de acuerdo, no creo que sean variables independientes hipocresía y cierta forma de práctica religiosa; por ejemplo (propio) la hipocresía y el ateísmo no creo que sean variables independientes, creo que eso exige un plus de inconformismo y —se que no lo admitirás— de coraje, por ejemplo; ni la hipocresía y la ostentosa manifestación de religiosidad, ya sabes que no hablo de la practica religiosa en la intimidad para uno mismo.

    Siento que se haya ido Atman de tu blog, si lo sientes tú, para mí sería una bendición, ya hay demasiada tontería en el mundo, pero si crees que ha sido por mi culpa, sacrifícame en el altar de su dignidad herida

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  24. Comparto en parte tu opinión respecto a este Papa.

    Gracias por la oportunidad de leer esto y conocer otros puntos de vista que siempre son enriquecedores.

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  25. Hola, Lansky. En mi experiencia, quizás me equivoco y tengo una visión sesgada del asunto, los católicos que hacen manifestaciones ostentosas de su fe son una minoría. Una cosa es exhibirse por las calles con unos cuantos miles de correligionarios para sentirse integrante de "los buenos" al menos durante una mañana de sábado -y de ese tipo de manifestación ostentosa de las propias opiniones no está libre ninguna creencia ni falta de ella que yo conozca: todos hemos visto a ministros del PSOE, por ejemplo, encabezando manifestaciones de sinceros izquierdistas, y a pijos bien situados escracheando con virtuosa "indignación" a algún "malo" oficial- y otra mantener y defender las propias creencias en la vida normal, en un medio indiferente u hostil, y tratar de atener la propia conducta a lo que se proclama y se defiende. Los cristianos que yo conozco y trato están más en esta otra línea, pero hay de todo, lo sé. Solo digo que hay de todo en todas partes.

    En cuanto a Atman, todos somos mayorcitos y responsables de nuestra propia conducta, y cuando uno es tan frágil que no puede aguantar una crítica de sus opiniones sin darse por ofendido, no debería concurrir a lugares donde se ventilan libremente las opiniones de cada cual. Si ha decidido irse, es asunto suyo y no puede culpar a nadie más que a sí mismo. Este blog siempre ha estado y sigue estando abierto para que todo el mundo opine libremente en él. Cuando quiera, y se sienta capaz de discutir también con quien no le aplauda mansamente, y de encajar los argumentos contrarios sin respingos, y de responderlos con los suyos y no con gestos de asombro ofendido, será tan bien venido como siempre. En cuanto a lo de "sacrificarte" en no sé qué altar, te ruego -respetuosamente, claro- que no digas tonterías.

    Hola, Athena, bienvenida. Me alegro de verte por aquí, muchas gracias por tu comentario.

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  26. Los seres humanos que hacen manifestaciones ostentosas de cualquier cosa son una minoría, pero yo he hablado de cierta forma de 'estar' en la religión y ser un consumado hipócrita. Y claro que los cristianos con los que te tratas tú dan, muy probablemente, uan visión sesgada de este asuno de religión versus hipocresía. En una encuesta bien diseñada y no esas patochadas acientíficas que se ven por ahí, estoy seguro que tus dos inquietudes, la del aborto y la de las injusticias del FMI darían porcentajes bien distintas, enorme la primera, bajísima la segunda,. Pero a lo mejor estoy equivocado, la encuesta en cuestión no existe o no me consta, y a lo mejor el cristiano que abunda es el que es como tú y tu familia, y no el imbécil del bigote que quema coranes en Arkansas (¿ese es cristiano también, no?) ni los renacidos, ni los papalatras ni los hipócritas ni... pero entonces, con una base tan genial de filántropos que siguen el mensaje de Cristo no entiendo como mantienen esas jerarquías y no se manifiestan públicamente en contra de ellas. De hecho, creo que un buen cristiano debería hasta anticlerical. Anti obispos, anti papa y anti todo, bueno de hecho, creo que desde la escisión luterana y sobre todo en el mundo anglosajón surgieron todos esos tinglados (anabaptistas, metodistas, luteranos…. Bostezo)

    Lo del sacrificio en el altar bla bla bla era un bridis al sol, siempre me ha horrorizado la historia esa de Dios deteniendo el brazo de Abraham cuando se iba a cepillar a su hijo. O Abraham era un listillo que sabía lo que finalmente iba a pasar o era un fanático cabrón con el que ‘ni Dios’ debería querer saber nada. (Sabía que detendrías tu brazo, oh Vanbrugh y no me sacrificarías, o yo, tu unigénico, bueno y otro que anda por ahí...)

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  27. Bueno, en realidad yo estaba hablando, más modestamente que tú, de los católicos españoles, nada más. Los bigotudos de Arkansas que queman coranes tienen pocas jerarquías, precisamente salieron -como todos esos anabaptistas, episcopalianos, metodistas, luteranos y herejes, en general- de una rebelión contra las jerarquías y su manía de dictar lo que ha de creer todo el mundo. Se caracterizan, más bien, por ser cada uno su propio jerarca y creer lo que le da la gana. Cualquier otro rasgo suyo es difícil de generalizar, por eso mismo. Los hay de todos los pelajes imaginables.

    También yo pienso que un buen cristiano debe ser anticlerical. Uno de los caminos por los que me esfuerzo en ser buen cristiano -con resultados bastante mediocres, pero bueno- es el de practicar un prudente anticlericalismo y una sana heterodoxia, sin los cuales la fe, en mi opinión, se esclerotiza y muere. Por eso me descoloca un tanto la novedosa situación de estar de acuerdo con un papa.

    Y se dice unigénito, animal. Más quisieras tú que serlo mío.

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  28. Cuanto me hacéis "de reir", Lansky y Vanbrugh! Así me consuelo de que todavía no he comido (15,40)

    Aparte de las risas, señor Lansky, hay cristianos que son tan poco hipócritas que se las tienen tiesas con el mismo Vaticano, como Leonardo Boff, o Casaldáliga. Y otros que son asesinados por ser fieles a lo que predica el Evangelio, como Oscar Romero o Ignacio Ellacuría. Como bien dice Vanbrugh, hay de todo, gracias a Dios.

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  29. Excepciones, Cigarrita mía, excepciones, que ya sabes lo que confirman

    Los catolicos españoles no queman coranes, en efecto,por lo menos de momento; por lo demás, creo que son de la variedad más tóxica

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  30. Pero que inspirado te encuetro, Van, y también a Lansky. Tristemente creo que la actitud y s palabras de Francsco servirán de muy poco pero se lo agradezco en el alma.

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  31. Debería entrar más a menudo en el blog... A ver si para el año que viene.... Besos

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  32. Hola, Alas. Tus visitas sabiamente escanciadas siempre me producen la misma alegría. Si las espacias un poco menos, y entras más a menudo, me la seguirán produciendo, no vayas a creer. Besos para ti.

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  33. Una acertada y tristemente valiente crítica al capitalismo desde el punto de vista cristiano, que en mi opinión, es el mas acertado para hacer tal cosa. Sin embargo, es poco válida viniendo del representante de una multinacional que invierte gran parte de su inmensa fortuna en bolsa. Capitalismo y fe cristiana son dos ideas frontalmente opuestas, cuya incompatibilidad nadie parece querer reconocer. Como cristiano que soy, le reconozco el mérito a este Papa, pero habiendo pasado un año desde semejante discurso incendiario y prometedor, me gustaría ver algún cambio en la Iglesia que lo respaldase.

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  34. Hola, Anónimo. A mí el "discurso" de Francisco me parece más prometedor que incendiario. De lo que me alegro, porque los incendios no me merecen ninguna simpatía, ni creo que provocarlos esté entre los cometidos propios de un papa. Y un año no es nada para que un organismo enorme, semiesclerótico y vetusto como el Vaticano dé ninguna señal de que algo empieza a cambiar en él. (La Iglesia es mucho más que el Vaticano, y en ella hace mucho que algo está cambiando). Ten paciencia, los cambios solo se pueden hacer al ritmo al que se pueden hacer, y me consta que los está haciendo. Tienen, además, efecto acumulativo, por lo que la lenta velocidad inicial irá aumentando, si Dios quiere.

    Yo no creo que el capitalismo se oponga frontalmente al cristianismo, pero solo por lo de "frontalmente". Desde luego creo que la idea central en la que se basa no es en absoluto cristiana, y que las consecuencias actuales de su desarrollo son incompatibles con cualquier consecuencia seria que se quiera sacar del Evangelio. Eso hay mucha gente que lo sabe, lo reconoce y lo dice. Y me alegra enormemente, y me parece importantísimo, que entre ellos esté el Papa. Solo eso es ya un enorme cambio, de un alcance difícil de calcular y que a largo plazo tendrá muchas y muy buenas consecuencias.

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